¡Si a la protesta violenta!.


Tras la Huelga en la Educación del 29 de Febrero y los incidentes ocurridos en la ciudad de Barcelona, los terminales mediáticos de la extrema derecha y también de la "proguesía española" han conseguido encontrarse en un punto, habitual como su naturaleza lo demuestra, en el que están celosamente de acuerdo.
Los actos de “violencia” ocurridos en la “Ciudad Condal” de quema de contenedores o rotura de cristales de entidades de bancarias parecen haber encendido las alarmas en según que sectores preocupados por reconducir la protesta por la senda “mas pacífica” a fin de mantener determinados elementos que no la empujen hacia la ruptura política y social. Si bien, es necesario desautorizar a aquellos que como pasó en el movimiento de masas contra la guerra imperialista en Irak consiguieron que se hablase de “una guerra ilegítima, ilegal e injusta” en vez de denominar a ésta como lo que era, el arma necesaria del Imperialismo Internacional para mantener intacta la tasa de ganancia del Gran Capital, la única forma de evitar que esto ocurra de nuevo, pasa por la construcción de una Hegemonía Social que destierre los discursos conciliadores y cuyo primer acto podría ser por ejemplo; no condenar los actos de “violencia” que escandalizan de esta forma a fascistas y “progres” enemigos naturales de la clase obrera y los sectores populares y por tanto de todo Movimiento Social que pretenda ser o denominarse revolucionario.
Lo malo de estos actos de acción directa es el hecho que sean siempre realizados por esa “cochambre” que raramente tienen algo que ver con los sectores explotados. Los héroes de los "pies negros" suelen ser los que habitualmente utilizan a los sectores populares que salen a la calle para oponerse a ésta o a otra medida y también a la totalidad del sistema como escudos humanos para proteger a sus piojos de los porrazos policiales, ¡que extraño que sean los sectores marginales los que siempre comiencen el baile con los chicos de la porra!.
Desde hace años pongo el mismo ejemplo, bastante gráfico por cierto: en la película “La Huelga” de Sergei Einseinstein se muestra en un montaje paralelo la siguiente secuencia: los obreros acaban de dar la señal para que comience la huelga, uno de los adlateres del patrón se comunica con los “pies negros” de Bakú a los que se llaman para reventar la Huelga y para acabar con el movimiento, señalando a eso elementos lumpen-proletarios como lo que son, elementos externos a nuestra clase. Tan enemigos como la burguesía y los sindicatos pactistas.
La violencia, no es ningún juego, y tiene sentido si el terror es ejercido por las masas o en algún momento aparece algún tipo de vanguardia armada, como la primera ETA o las Brigadas Rojas en Italia, que apunte a la cabeza para implementar la acción colectiva del movimiento obrero. El último jalón de la lucha para la construcción del poder popular pasa por como planteo la estudiante chilena Camila Vallejo la utilización de la violencia como el apoyo de la acción de masas para por decirlo de forma coloquial “que se enteren de que la cosa va en serio”.
Los anteriormente expuestos son casos en que la violencia es revolucionaria, de nada sirven episodios que parecen encender determinadas llamas pero que lejos de favorecer "la desobediencia al sistema" lo apuntalan en la misma medida que el pacto social. Supongo que a determinados elementos de la ultraizquierda llegaron a tener una experiencia cuasi orgásmica cuando las calles de Londres ardieron y los jóvenes de aquellos suburbios ingleses reventaban tiendas para llevarse televisiones de plasma y zapatillas de marca. ¿Dónde esta la negación del sístema en estos actos, el sistema que les impide poder optar a esos bienes de consumo?. El enfrentamiento con los “piquetes del terror en forma de policía” por parte de estos elementos sin ningún tipo de conciencia de clase, ni en sí y mucho menos para sí, favorece dado que esa conciencia es fruto de la lucha de clases pero desde el punto de vista antagónico, la confrontación social “clase contra clase” o sí, pero siempre contra el proletariado.

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