Régimen y oprobio.

Pretenden arrancar del corazón de Madrid el monolito en recuerdo a la Brigadas Internacionales, parece lógico. No veo cual sería la razón que permitiese que en una democracia como la que nos oprime hoy permaneciese un recuerdo a aquellos combatientes que luchaban en contra de la madre del sistema político en el que vivimos hoy. Sinceramente, parece mayor el oprobio que podría provocar que los miembros del Movimiento Comunista y del Movimiento libertario que lucharon codo con codo con las masas del pueblo español frente al fascismo se hiciesen con la aquiescencia del régimen actual.
La mayoría de los ornamentos que en nuestras calles recuerdan esta parte de nuestra memoria democrática y antifascista pretenden ser borrados del espacio público para que de esta forma desaparezcan de nuestra Historia. Bajo mi punto de vista no es tan extraño que quienes legislan contra las mayorías sociales, es decir la clase obrera y lo sectores populares, intenten que desaparezca todo vestigio de aquellos que basaban su acción política para evitar que éstas fuesen pisoteadas.

No debe producirnos sonrojo que el monolito desaparezca del campus de la Universidad Complutense, dado que esta acción pone al régimen en su sitio y a los que estamos frente a él nos muestra el referente de la estrella roja de tres puntas que brilla en el firmamento de los héroes del pueblo iluminando mas que nunca en estos tiempos difíciles.       

La hazaña de Don Manuel.

Parece que bajo esta denominación de cortesía podríamos estarnos refiriendo a ese ilustre ciudadano gallego de profundas convicciones democráticas cuyo óbito provocó brindis con todo tipo de licores entre los sectores obreros y  populares, pero no. Supongo pues que todos somos conscientes de quien es el objeto del artículo.
A la hazaña a la que me refiero es a la desinteresada actitud que precipitó el desplome de la República española. El último libro escrito a cuatro manos por dos egregios científicos de la Historia Angel Viñas y Fernado Hernández Sánchez, [1] atestigua el peso determinante que tuvo el abandono de la zona republicana de Manuel Azaña para el ulterior reconocimiento del Gobierno militar-fascista por parte de Inglaterra y Francia. Era imposible que los imperialistas franco-británicos pudieran concederle legitimidad a un gobierno en el cual la más alta magistratura del Estado había salido huyendo del país refugiándose tras la frontera en la legación diplomática de París, en un momento en el que una gran parte del territorio español se encontraba todavía bajo el mando del gobierno legítimo y del cual Manuel Azaña era la máxima autoridad, aunque siendo rigurosos, es de señalar que los ministerios de exteriores de Francia e Inglaterra llevaban un largo tiempo de contactos con los agentes de Franco presentes en los dos países.
Las valoraciones políticas respecto de este período han sido categóricas, buscando una exculpación a la línea política seguida por un  Gobierno republicano al que nadie le ha exigido determinadas responsabilidades ante la Historia y ante el principal sostenedor de una República que pretendió siempre demostrar al mundo su esencia burguesa mientras el proletariado español, encuadrado en los batallones del Ejercito Regular Popular, se batía en los frentes tras la bandera tricolor. La lucha antifascista del pueblo español pretendía hacer real la palabra democracia a la cual parecían servir vehemente los imperialistas franceses y británicos.   
 El relato oficial de las fuerzas frentepopulistas [2] han sido un constante bombardeo de reproches entre las diferentes fuerzas obreras que se culpan directa e indirectamente del saldo que arrojo la perdida de la guerra y los consiguientes años de dictadura. Todos han convenido en afirmar que el Gobierno Republicano fue víctima de la política exterior soviética por un lado y por otro del ferviente anticomunismo británico que Neville Chanberlaine definió como “no intervención”, pero lo cierto es que fueron las propias contradicciones dentro del bloque dominante las que provocaron el hundimiento final de la República Española.
Tras haber aplastado la revolución social impulsada por el anarco-sindicalismo, el POUM  y parte del Movimiento Socialista en Aragón, Catalunya y Levante, los republicanos burgueses, con la inestimable colaboración del emergente Partido Comunista, parecían haber cumplido su parte del trato para con los impulsores de la no intervención, la eliminación del elemento revolucionario de la retaguardia. Este hecho precipitaría la transformación de todos los grupos anteriormente citados en la auténtica quinta columna y contribuyentes activos de la victoria de Franco.
Pero lejos de centrar la culpa, con el habitual resentimiento de comunista español, en la conjunción anarco-poumista analizamos el nuevo vector que permite señalar la hazaña de Don Manuel de terminar de hundir la República.
La subida de Juan Negrín a la Presidencia de Consejo de Ministros fue impulsada por Azaña, dado que el carácter moderado del médico canario era el perfecto coadyuvante al perfil que exigían los “aliados” para favorecer el apoyo incondicional a la República Española, liquidando así el intento de gobierno sindical que encabezaba Largo Caballero. El gobierno de Negrín mantenía la pluralidad pero traía un sesgo nuevo, el principal objetivo era ganar materialmente la guerra, y no sortearla  por medio de la presión diplomática sobre los sublevados. Azaña y Negrín diferían en cuestiones sustantivas, Azaña desde el levantamiento del 18 de Julio había sido insistente en negar el hecho de la guerra y en el hundimiento del Estado, considerando a las milicias que tomaron el Cuartel de La Montaña una especie “Somatenes rojos” y a la sublevación militar-fascista una Sanjurjada de verano. No deja de ser reseñable la actitud del señor Presidente en semejantes circunstancias y que dibujan bastante bien su discurso exigiendo “Paz, Piedad y Perdón” a un oponente que pretendía desangrar a la “bestia rojo-masónica”   
Muchos son los errores que pueden achacársele a Negrín, incluso se puede afirmar que aunque de una sobresaliente y sólida formación científica era un hombre poco docto en cuestiones políticas. Pero lo cierto es que desde su llegada a la presidencia del Consejo de Ministros, mantuvo la pluralidad frentepopulista y fue capaz de forjar un consenso entre todas las fuerzas representadas en él para el intento de conseguir la victoria. Es el primero que ordena la centralización del poder en  torno al gabinete, en el que están presentes todas las organizaciones combatientes, en la cuales si bien no estaba representada la CNT de forma orgánica dirigentes del movimiento libertario como Melchor Rodriguez o Mariano Gómez formaban parte de él Estado republicano.     
Tras la lectura del maravilloso libro de Viñas y Hernández Sánchez quedan desterrados los tópicos de lo ocurrido durante el tiempo en que Negrín fue el máximoo representante del poder ejecutivo de la República española, sobre todo en torno a la participación del Movimiento Libertario en la formación del Consejo Nacional de Defensa o en la política de resistencia numantina que parecían abanderara Negrín y el PCE. Pero estos son temas que necesitan ser tratados por separado.
La figura de Manuel Azaña, a la que algunos deberíamos desplazar de nuestra izquierda, del masón anticlerical queda retratada tras la  investigación de estos dos historiadores como una figura que no estuvo a la altura que exigía aquel momento de la Historia en la que en la Península Ibérica se ponían las cartas de la política internacional boca arriba. Alguien que ni siquiera pudo morir como un héroe como lo hizo LLuis Companys ,sino como el cobarde que entregó a las hienas fascistas el esfuerzo inconmensurable que durante tres años de lucha, como dijo José Díaz, forjaron los hijos del pueblo español. 




[2] Con este término hacemos referencia a todos los que combatieron el fascismo englobando también al Movimiento Libertario Español y al POUM.  

¿Conquistar la democracia?

Desde que hace algunas semanas personas admiradas por mí, como Pablo Iglesias Turrión, Juan Carlos Monedero o la Diputada de Izquierda Unida en la Asamblea de Madrid, Tania Sánchez Melero, han aparecido en los programas de la cadena de televisión y radio Intereconomía debatiendo con los habituales contertulios sobre temas como la memoria histórica, la II República, la Guerra Civil o la Dictadura de Francisco Franco. Lo cierto es que después de escudriñar los vídeos de los programas he llegado a una conclusión clara y certera: somos víctimas de nuestros propios errores políticos.
La ausencia de un relato cohesionado para oponerlo al de los vencedores, a las élites que han dominado las entrañas políticas y económicas del Estado español durante los dos últimos siglos,  ha dado como resultado que los eximios politólogos, a pesar de ser habilidosos oradores, hayan sido vapuleados por los aprendices de Ricardo de la Cierva y Comín Colomer por mucho que me duela reconocerlo. 
En una  charla pronunciada en la ciudad de Zaragoza, ante los militantes y simpatizantes de la Unión de Juventudes Comunistas de España, el profesor Pablo Iglesias nos decía, y sin falta de razón alguna, que era necesario disputar los términos políticos como democracia a la ideología dominante. Pablo Iglesias, que es un gran estudioso de la obra de Antonio Gramsci y de Slavoj Zizek, nos contaba como es imposible defender ante la "gente normal", términos como  “Dictadura del proletariado” y que acto seguido definía perfectamente como única forma democrática, entendida como lo que es en sí, dictadura para la clase oprimida y democracia para la opresora. Resulta un tanto chocante que podamos prestarnos (utilizo el plural mayestático dado que entiendo que cuando alguien como Pablo Iglesias, Monedero, o Tania Sánchez pisan la arena de los medios fascistas hablan por boca de muchos de los que nos encuadramos dentro de la izquierda radical) al acto suicida que parece intentar combatir sobre los temas señalados en el encabezamiento del artículo dentro del marco conceptual generado por ellos mismos. Me parece imposible que seamos capaces de crear una mínima vía de agua en los argumentos que se asientan sobre algo mas que la historia oficial de este país, sinceramente y a mi entender,  es algo mas que un relato. Bajo mi punto de vista los argumentos esgrimidos por los oponentes dialécticos de los compañeros anteriormente citados son el auténtico sustrato sociológico sobre el que se ha asentado la línea general de la política española durante la segunda mitad del siglo XX.

República, guerra y revolución social.

En términos políticos la mayoría de los militantes que se reclaman demócratas, socialistas, comunistas, trotskystas, anarco-sindicalistas o libertarios parecen tener un relato propio de lo sucedido entre los años 1931 y 1939. Pero, a decir verdad, no parece que algunos se hayan enterado todavía que la unidad orgánica del Frente Popular se había roto a finales del año 1936 y por ende  no hay una única forma de ver lo ocurrido durante esa época y la posterior noche de cuarenta años que llenó de sueños revolucionarios las cunetas de España. 
Ellos pueden hablar de la "masacre de Paracuellos" y acusar de ello a Santiago Carrillo, mientras nadie es capaz de hablar del asesinato de cuatro mil personas en la Plaza de Toros de la ciudad de Badajoz por las tropas que mandaba el General Yagüe, pueden como hizo el ignominioso historiador Fernando Paz decir que el bombardeo de Gernika fue básicamente una broma de verano que la Legión Cóndor mandó vía aérea a la histórica villa bizkaina. Pueden hacerlo. Si, tienen armas de las que nosotros carecemos, parece mentira que nos hayamos olvidado que para la burguesía (de la que no nos engañemos forman y formaban parte los nostálgicos de la obra de Francisco Franco) todo está permitido en su lucha contra el Comunismo en particular y contra la clase obrera y sus diferentes proyectos en general. Habría que parafrasear, como le gusta hacer a Pablo Iglesias, al Nega en la canción "Guerras Púnicas" del disco Riot Propaganda: "Es lucha de clases, subnormales. / ¡Comedme la polla!. Eso es lo que parecen estar gritándonos los amigos y amigas de Intereconomía. 
Parece que no queremos darnos cuenta que nosotros también podemos o por lo menos ser permeables a que esa filfa de la superioridad moral de la izquierda no es tal, algunos y algunas siguen viviendo en un "Nunca Jamás político" en el cual no cabe el enfrentamiento con quienes son nuestros antagonistas. 

Tanto los historiadores franquistas y los bien pensantes demócratas le han dado mucha importancia al editorial aparecido en "El socialista" el 3 de Enero de 1934 que bajo el nombre de "Atención al disco rojo" terminaba de esta tajante forma:"Concordia? ¡No! ¡Guerra de clases! ¡Odio a muerte a la burguesía criminal! ¿Concordia? Sí: pero entre los proletarios de todas las ideas que quieran salvarse y librar a España del ludibrio. Pase lo que pase, ¡atención al disco rojo!" Parece claro que desde que ganaron la guerra ellos nos lo han aplicado a nosotros. Pero parece que todavía no nos hemos dado cuenta que hablar de defender la democracia en plena orgía nacional-sindicalista no sirve como arma de combate, como todos saben esa palabra ha sido arrebatada por el enemigo y que  para nosotros tenga otro significado es imposible tumbar a los conversos que desde las tertulias de televisión construyen ideología apuntalando así el actual estado de las cosas.  

El hecho político de que nos revistamos de los ropajes demócratas hoy por hoy  no va a llevar al imaginario de esa gente normal ni a Robespierre, ni a Marat, ni a Pi y Margall. No. Las mentes de todos aquellos que están sometidos al sentido común proyectarán la imagen de Margaret Tathcher o Ronald Reagan, Si pretendemos que alguien se crea que la legión de "stalinistas" y anarquistas que formaron parte de las Brigadas Internacionales defendía la democracia con el significante que la ideología dominante le ha otorgado estaríamos siendo nosotros los primeros en deshonrar su memoria.
Conviene resaltar que fueron las potencias denominadas "democráticas" las que vendieron a la República al fascismo, que el único apoyo que tuvieron las masas del pueblo español fue el de la Unión Soviética,el del Movimiento Comunista Internacional y por supuesto de toda la humanidad progresiva. En tanto todo continué así habrá que replantearse los argumentos a utilizar y saltar por encima de lo que significa ser políticamente correcto y que como decía la el profesor Pablo Iglesias en uno de sus editoriales en el programa Fort Apache, "la política es boxeo" y por eso no caben combates a los puntos contra los cuadros de la opresión sino ir a por el KO.